Alma de cebolla (Valparaíso, 2025), de M. Carmen Sánchez Monserrate explora los territorios que han marcado su trayectoria vital. Desde los primeros versos se percibe una escritura lúcida, consciente de la herida y de la plenitud, que entiende la poesía no solo como expresión estética, sino como una manera de ordenar la memoria y reconciliarse con las distintas versiones de sí misma.
Uno de los ejes centrales es el amor, abordado en sus dos vertientes: el que correspondió y dejó huella luminosa, y el que no llegó a florecer o se deshizo en silencios. Sánchez Monserrate transita ambos espacios sin melodrama, revelando que cada vínculo —por fallido o intenso que haya sido— permite comprender algo esencial sobre el deseo, la entrega y la distancia: "Echo de menos encontrar cada retazo de tu alma / en los ojos que me miran profundos, / mientras tus labios acarician cada esquina de mi ser. / [...] ¡Cuando te extraño, amor, cuando no estás paseando sobre mi piel!" ("Cuerpos").Otra temática que sobresale es la relación madre-hija y la maternidad presentada no como destino idealizado, sino como vivencia compleja y transformadora. Hay poemas que celebran la ternura cotidiana, la presencia que sostiene, el milagro simple de ver crecer a otro ser; otros, en cambio, examinan las renuncias, los miedos y la redefinición de la identidad.
En conjunto, Alma de cebolla destaca por su lingüística depurada, imágenes precisas y una musicalidad que acompaña el movimiento emocional de cada texto. El poemario no pretende ofrecer certezas; más bien invita a acompañar a la autora en su gesto de mirar hacia dentro y encontrar, en lo cotidiano y en lo vivido, la materia misma de la poesía.
Es una obra que conmueve por su verdad y que dialoga con cualquier lector o lectora sobre la vida, porque esta es, en definitiva, la labor del poeta.