Vistas de página en total

Pedro García Olivo

Que No Esperen Nada De Nosotros

Hay dos móviles de existencia que deberían llenar de vergüenza al hombre que los
reconociera como propios: el afán de riqueza y la sed de fama. Fortuna y reputación.
Una vez superado el umbral de supervivencia, ¿para qué sirve el dinero? Quizá tan solo
para mostrarlo a los demás. Y cuando nuestro entorno más cercano ya nos reconoce por
un nombre, nos identifica perfectamente y nos señala sin temor a error, ¿para qué
queremos que ese apelativo se infle, diga en favor nuestro más de lo que al actuar ya
sugerimos, resuene en cada admirada cabeza, se reduplique de eco en eco y, vagando
por geografías distantes y diversas, alcance auditorios amplísimos? Quizá tan solo para
mostrarnos a los demás. Pero, ¿qué falta nos hacen los otros, qué genero de íntima
flaqueza nos empuja a solicitar sin descanso el mosconeo incordiante de los demás? Y
si, por alguna nefanda razón, no podemos prescindir ya del público, ¿justifica esa vil
dependencia la agobiante necesidad de construirnos pensando casi exclusivamente en
sus ojos? ¿Tanto esperamos aún de los otros? Quienes no corremos tras el dinero, ni nos
dejamos seducir por la idea vulgar del prestigio, atándonos a móviles diferentes -o, tal
vez, ya a ninguno-, anhelamos que tampoco los demás esperen nada de nosotros.


Tiempos Que Vivimos Sombríamente

Me había propuesto, alcanzado este punto, llevar a cabo una reflexión sobre el valor
de la presente escritura en los tiempos que vivimos sombríamente. Pero mejor lo dejo
para vosotros. La cuestión del valor permanece demasiado unida a la de la esperanza.
No me interesa. “Confieso que no tengo el concepto del valor de mis obras”, escribió
Pessoa. Por mi parte, “todo lo que he hecho a lo largo de mi vida ha sido perfectamente
inútil; no espero otra cosa de mi escritura”. Hay quienes escriben para la mayoría; otros,
para unos pocos; algunos, para ellos mismos. Yo no escribo. Lo que sea esto, no vale ni
para importunar al silencio. A mí no me sirve; tampoco a vosotros.

 En Desesperar (www.pedrogarciaolivoliteratura.com)