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domingo, 18 de diciembre de 2016

SOY NADIE

Paradójica es tu noble envergadura,
paradójicos tus pasos vulnerables,
merodeo con mis versos por tu puerta
y no encuentro el secreto que te abate.

Acudí a detectives sin licencia,
a chamanes de vidas licenciosas
que no dieron con aquello que escondías
recelosamente en las torres de tu gloria.

Hago versos que son cajas de sorpresas
para ahondar, sin que te cerciores,
en tus íntimos silencios delatores,
pero forjas millones de fronteras
y se me hace imposible dar contigo
y es más diáfano el espacio si te veo.

Necesito bocanadas de aire nuevo
que me llenen de tu esencia en cualquier parte,
o si no soy Nadie en esta historia
cual Ulises en manos de Polifemo.

jueves, 5 de mayo de 2016

OROPESA DEL MAR

En una cárcel oscura y lóbrega
eternizo el silencio y la demora
de tus manos tocando mi frente,
la tarde se ralentiza monótona
en las agujas del reloj.

La lluvia golpea en los cristales,
entre cuartillas y librotes polvorientos dibujo el cuadro soñoliento de este día que espera un haz luminoso.

La calle se humedece con el murmullo del cielo, que acaba siendo una voz rota al golpear contra el suelo inerte y empedrado.

Al fondo vislumbro el mar, con sus sones marítimos, con sus embestidas nocturnas sobre las rocas erosivas.

El faro, torre vigía, luciérnaga de la bahía, se alza cual estilete, y mira a una de las caras de la Torre del Rey, cubo eterno que resiste al paso de los años.

Aquí, en este pueblo costero, mitad radiante, mitad umbrío, paso mis días. Ya en mi alma te llevo, ya en mi pecho eres sol de estío.

Fernando Mañogil Martínez (Poema inédito)

viernes, 25 de marzo de 2016

VENDIERON LAS ALMAS AL DIABLO

El demonio ha venido a lastrar mis pensamientos,
reniego de mí,
quemo mis alas de ángel ceniciento
y busco un nuevo abril.

Mastico la hierba seca,
despido los atardeceres,
y se me escapa una mueca
que contamina los vergeles.
El mundo ya ha vendido su alma al diablo,
no lo sabe,
el hombre se ha quedado divagando,
y no lo sabe.

Las mujeres y los niños
se consumen en silencio,
la tarde polvorienta
se ha teñido de blanco y negro.

Masas de gentes deformes,
epitafios que suspiran al aire,
ruiseñores que se mueren
en las ramas del hambre.

Los gobiernos saludan
desde su palco,
sus miradas asesinas
me dan asco,
y vomito en una esquina
antes de morir despacio.



Fernando Mañogil Martínez. Del yo al nosotros