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jueves, 5 de mayo de 2016

OROPESA DEL MAR

En una cárcel oscura y lóbrega
eternizo el silencio y la demora
de tus manos tocando mi frente,
la tarde se ralentiza monótona
en las agujas del reloj.

La lluvia golpea en los cristales,
entre cuartillas y librotes polvorientos dibujo el cuadro soñoliento de este día que espera un haz luminoso.

La calle se humedece con el murmullo del cielo, que acaba siendo una voz rota al golpear contra el suelo inerte y empedrado.

Al fondo vislumbro el mar, con sus sones marítimos, con sus embestidas nocturnas sobre las rocas erosivas.

El faro, torre vigía, luciérnaga de la bahía, se alza cual estilete, y mira a una de las caras de la Torre del Rey, cubo eterno que resiste al paso de los años.

Aquí, en este pueblo costero, mitad radiante, mitad umbrío, paso mis días. Ya en mi alma te llevo, ya en mi pecho eres sol de estío.

Fernando Mañogil Martínez (Poema inédito)