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martes, 2 de septiembre de 2025

"Dejaré el título para el final", de Alejandro López Pomares

Alejandro López Pomares, conocido por su faceta de narrador y poeta, nos sorprende ahora con una nueva pieza teatral, Dejaré el título para el final (Calblanque, 2025), una obra escrita con una estructura metateatral que reflexiona, con ingenio y profundidad, sobre el proceso de creación escénica. En ella, no presenciamos simplemente el desarrollo de una historia, sino el viaje interno de una obra que intenta construirse a sí misma desde el vacío, en un esfuerzo casi desesperado por cobrar vida y llegar a ser representada.

Desde el inicio, el texto se presenta como un ente inacabado, consciente de su propia fragilidad. Los personajes aparecen sin un rumbo claro, como piezas de un rompecabezas sin marco. Cada uno lucha por encontrar su lugar en una narrativa que aún no ha visto la luz al final del túnel.

Este conflicto interno se convierte en el motor principal de la obra. El lector o espectador asiste a una serie de discusiones entre los personajes y la propia estructura dramática —la Escena, el Acto, el Conflicto— como si fueran entidades vivas que reclaman coherencia, dirección y sentido. La obra, en su afán por completarse, se enfrenta a los dilemas clásicos del teatro: ¿qué historia merece ser contada?, ¿qué voz debe guiar el relato?

Uno de los grandes logros de esta obra es cómo convierte el proceso de montaje teatral en un drama en sí mismo. Las dudas sobre el tono, el género, el final… se convierten en obstáculos casi épicos. No se trata solo de escribir o actuar: se trata de existir. En ese sentido, la obra recuerda a otras piezas clásicas del teatro dentro del teatro, como Seis personajes en busca de autor, de Pirandello, pero lo hace desde una sensibilidad más contemporánea, más lúdica y también más autoconsciente.

El resultado es una experiencia rica en matices, que combina humor, crítica, y una reflexión profunda sobre el arte y la identidad. Dejaré el título para el final no solo nos muestra cómo se construye una obra de teatro: nos enfrenta al caos creativo que toda obra debe atravesar para encontrar su forma y su voz.

Esta pieza teatral no es simplemente una obra sobre el teatro, sino sobre el deseo de ser. Una obra que se mira al espejo y, en lugar de verse completa, se ve en construcción, y en esa búsqueda, nos encuentra también a nosotros, los lectores (o espectadores), cómplices del viaje.

Fernando Mañogil Martínez.