Vistas de página en total

domingo, 27 de julio de 2025

La trayectoria poética de Berta García Faet: entre la sensibilidad contemporánea y la subversión del lenguaje

Hace unos días acabé mis lecturas y anotaciones sobre la poesía de Berta García Faet, he aquí mis conclusiones:

En el contexto de la poesía española del siglo XXI, la figura de Berta García Faet (Valencia, 1988) representa una irrupción singular por su capacidad de conjugar elementos heterogéneos —como lo afectivo, lo político, lo kitsch y lo metapoético— en una voz lírica reconocible, lúdica y formalmente arriesgada. Su obra, que se desarrolla desde finales de la primera década del 2000, ha ido consolidándose como un referente de la sensibilidad poética millennial, sin por ello perder densidad crítica ni exigencia estética.

Los primeros libros de García Faet, recogidos en Corazón tradicionalista: Poesía 2008–2011', ya mostraban una orientación poética marcada por el descentramiento del yo, la hibridez estilística y una voluntad de renovación del registro sentimental. La poeta se vale de estrategias como la autocita, el humor autoconsciente o la mezcla de niveles lingüísticos para construir un sujeto lírico fragmentado, que tematiza su propia fragilidad sin ceder a la solemnidad:

Lo sé: eres brontofóbica y frágil,
una conquistadora nata pero, en el fondo,
brontofóbica y frágil, un ser de deseo.
Tienes la costumbre estúpida e insana
de, cuando no crees en el amor (siempre en verano),
burlarte cruelmente de esa ex-creencia;
de, cuando crees en el amor, compadecerte
de los días del sí: dices tú fuera, placebo emético:

tú fuera
de mi cuerpo: fuera
a tu valle de carótidas y ojitos de chantaje psicológico.

Así –lo sé muy bien– pasas la vida
desde un lado
reprendiendo al otro lado
(aunque también lo entiendes);
me tengo para siempre, te repites.

Pero
decir distimia no la suprime,
decir océano no lo suprime.

Como muchos labios-huracanes de este mundo,
vas en bicicleta
con qué sé yo qué fosforitas esperanzas.
Como la mayoría de los Tribunales Constitucionales
de Europa,
eres reactiva: calibras
los conjuntos y subconjuntos de los colores ajenos:
incluyes los deseos ajenos
en tus pulcras ecuaciones interiores
(son hipótesis);
caminas
(por no morirte)
alegremente: brontofóbica y frágil, sin embargo
musical
y espartana
(por no morirte: entiende esto: por no morirte).

(Fragmento de "Fundamentos de la agridulce ciclotimia")

La ironía, en esta etapa, no opera como negación de la emoción, sino como mecanismo de defensa frente a un lenguaje lírico heredado que la poeta parece querer deconstruir desde dentro. El resultado es una poesía aparentemente ligera, pero cargada de dislocaciones discursivas y crítica cultural.


Con La edad de merecer (2015), García Faet alcanza una mayor cohesión formal y una claridad lírica que no renuncia a la complejidad del yo poético. El amor, más allá de ser un motivo recurrente, se propone aquí como núcleo ético, como una forma de resistencia frente a la alienación y la precariedad emocional. El poema se convierte en espacio de negociación entre la subjetividad individual y el deseo de comunidad afectiva:

Creer que estás embarazada

Querer sexo (querer que quieran sexo
contigo) pero pasar el viernes sola

Ponerte en el pellejo de la hermana de Celan
que nunca apareció

Ver llorar a un anciano
que ha visto un reportaje en la televisión pública
sobre el abandono de ancianos; su triste párpado
               de repente
chasquea

Ir al ginecólogo y decir
creo que estoy embarazada

Desmayarte de nervios y dolor; el doctor te hipnotiza
con su insulto feroz “no sé por qué, querida,
te duele tanto este dilatador: es
para vírgenes”

Decirle a tu madre
he ido al ginecólogo
porque creía que estaba embarazada

Ah, ¿ya mantenéis relaciones sexuales completas?
Y sin precauciones, estoy decepcionada

Ver que tu madre está decepcionada, tu
madre está
decepcionada

Ponerte en el pellejo de Celan
que jamás encontró a su hermana
imaginaria

Ponerte en el pellejo de Giséle porque
Celan intentó estrangularla porque
jamás encontró a su hermana
imaginaria

Querer gustarle pero él te dice
si quieres vamos a mi cuarto o a tu cuarto

Lleváis apenas 10 minutos
con los besos no te fías
de él

Querer sexo pero no fiarse

Ah, ¿pero querías algo auténtico?
Y sin precauciones, estoy decepcionado

Me dijiste que tenías el corazón atado
al tobillo

Lo siento lo solté un momento me dormí
y se me escapó

Es un desobediente
Muy mal muy mal pídele perdón al chico

Perdón

chico

("Daño 18")

Desde el punto de vista estilístico, este libro profundiza en la fusión de registros cultos y coloquiales, e intensifica la musicalidad del verso libre. García Faet demuestra un dominio del ritmo y de la imagen poética que refuerza la dimensión performativa de su escritura.

En Los salmos fosforitos (2017), la poeta radicaliza su apuesta formal y temáticamente subraya su filiación con una tradición visionaria y transgresora. El título, que remite irónicamente al lenguaje bíblico, ya sugiere la tensión entre trascendencia y parodia que recorre toda la obra. El uso de un léxico desbordante, brillante, incluso hiperbólico, sitúa a este libro como uno de los puntos más altos de su trayectoria.

El lenguaje funciona aquí como materia viva, inestable, que se resiste a ser domesticada por formas tradicionales. Hay una voluntad clara de interpelar al lector desde lo emocional, pero también desde lo ideológico, al problematizar la construcción de género, los vínculos afectivos y los lenguajes del poder, al modo del César Vallejo de 'Trilce':

Toda depresión es topográfica.

Meteoritos que laten.

En el locus amoenus de

mi carne,

trüena un lobo feroz.

Ejido puntillista! Minimizo mayúsculas!

Rubores encarnados, ab-

undantes, undantes. Ya estamos otra vez

en The Miriam Hospital, ya estamos

otra vez

en la sala de espera. Locus tenebrosus,

                            cuando las avenidas están completamente a oscuras     

loca loca loca pero no, tranquila! Soy

 

o estoy

tranquila, créeme! Me tomo mis meteoritos

como me han mandado.

Lato. Puedo decir

“puedo decir que ya pasó,

porque estoy tomándome mis meteoritos”?

(Fragmento del poema "LVII")


En libros posteriores como Una pequeña personalidad linda (2021) y Corazonada (2023), García Faet continúa explorando la relación entre escritura e identidad. En particular, Corazonada —una recopilación selectiva organizada en estaciones— propone una autolectura crítica de su propio recorrido poético, permitiendo observar los ritmos y las obsesiones que atraviesan su obra: el corazón como símbolo ambivalente, la infancia como lugar de la pérdida y del juego, la belleza como categoría inestable:


Mi más querido Adam Zagajewski:

estás en la terraza que ya comienza a helarse,
amigablemente charlas con un bigote húngaro
sobre la Ley de las Consecuencias Imprevistas
de la Siempre Embarazosa Acción Humana y Europea
que enunció Robert Merton;
mencionas a Anna Frank
y toses.

Mientras, estás en la Residencia de Estudiantes;
yo, embobada y fértil en la primera fila,
tomo nota de cómo escribir néctar y polen
sin renunciar al sentido de lo trágico:
lo alegre y lo insoluble y el amor sin ortodoxia
y algo más bello aún: lo bello inútil.

Tú no lo sabes —porque transitas,
porque trasladas
poemas
en rutas, sedas—,
pero mi cólico nefrítico se está fraguando in situ;
mi emoción
en castellano viejo
cuando dices Infancia, sangre, días festivos
en polaco,
hay que verla…

(Fragmento de "Charla con Adam Zagajewski que charla con Friedrich Nietzsche en la terraza del sanatorio")

En conclusión, la trayectoria poética de Berta García Faet puede leerse como un proceso de expansión y desplazamiento constante. Desde sus inicios, marcados por una sensibilidad híbrida y una escritura autoconsciente, hasta sus últimas publicaciones, donde la reflexión metapoética y la apuesta formal se intensifican, García Faet ha desarrollado una poética coherente en su pluralidad. Su obra ofrece una crítica del lenguaje poético tradicional a través de la reapropiación irónica y afectiva de sus signos, y una apuesta por la belleza entendida no como orden, sino como intensidad, rareza y fragilidad compartida. Sin lugar a dudas es, para mí, una de las voces a tener en cuenta en los próximos años.

Fernando Mañogil Martínez. 

miércoles, 23 de julio de 2025

Reseña sobre 'La cercanía de lo extraño', de Javier Puig

 El nuevo libro de Javier Puig es una colección de relatos que exploran con sutileza y profundidad las capas más movedizas de la percepción humana. En estos cuentos, no hay certezas absolutas ni narradores omniscientes que conduzcan al lector por senderos seguros. Todo se mueve: los límites del yo, el recuerdo, la verdad y, sobre todo, la conciencia.

Los personajes que habitan estas páginas transitan entre momentos de lúcida revelación y caídas interiores que rozan la derrota existencial. En un relato, un hombre descubre que un viejo y triunfador amigo de la infancia ha caído en la indigencia; en otro, un hombre percibe dos versiones simultáneas de su realidad diaria, sin saber cuál es más verdadera... El autor no busca respuestas, sino encender preguntas. ¿Hasta qué punto vemos lo que realmente hay? ¿Cuándo empieza la locura y cuándo termina la conciencia?

Encontramos seres solitarios, desorientados, como si hubieran sido arrojados a un mundo que no termina de reconocerlos. Cada relato funciona como una estación perdida en el mapa, un rincón donde la existencia se vuelve introspectiva, frágil y, por momentos, luminosa en su melancolía.

Los protagonistas de estos cuentos no gritan: susurran. Son personas comunes intentando encontrar un sentido en medio del ruido del mundo moderno o en la quietud de lo cotidiano.

La soledad, uno de los temas capitales, no se presenta aquí como un castigo, sino como una condición inevitable del ser. Y sin embargo, hay belleza en ese vacío. Javier Puig logra capturar los momentos en que el aislamiento se convierte en espejo, en campo de batalla o en refugio.

En definitiva, 'La cercanía de lo extraño' es una lectura que nos invita a la introspección, recomendable para quienes se sienten atraídos por la literatura que ahonda en los pliegues de la mente humana. Más que relatos, son espejos rotos donde el lector ve fragmentos de sí mismo reflejados con inquietante precisión.


Fernando Mañogil Martínez 

viernes, 18 de julio de 2025

Reseña sobre el poemario 'Todavía una noche', de Aroa Moreno Durán

 El último poemario de Aroa Moreno Durán se construye como una suerte de cartografía emocional que atraviesa la biografía de una mujer, pero que no se agota en la experiencia individual. Cada texto es "un fragmento que entrelaza la vivencia personal con los grandes temas de la literatura: el miedo, la maternidad, el cuerpo, el deseo, las pérdidas, y esas intuiciones fugaces que emergen de los paisajes cotidianos."

Con una voz poética honesta y afinada, la autora convierte lo íntimo en resonancia colectiva. No hay impostación ni exceso, sino un lenguaje depurado que sabe dejar espacio al silencio y a lo no dicho. El poemario se mueve entre la evocación sensorial y la introspección lúcida, explorando el cuerpo no solo como territorio erótico o materno, sino también como archivo de memorias, de heridas y de transformaciones:


El hijo de los dos,

la densidad de un deseo,

ha llamado a la puerta y ella ha abierto.

¿Cómo has llegado hasta aquí, dragón?

¿Quién te ha traído a este norte?

Sus ciento diez centímetros de hombre decidido

han pisado la casa,

ha doblegado el espacio y el tiempo del salón.

Ha reconocido el vasto territorio de los nómadas.

Allí hay una piscina, le ha dicho la madre, señalando por la ventana,

como si nunca el desvelo o la esperanza,

como si nunca el temblor o la alegría,

como si no las estrías ni el latido,

donde tendrás amigos y las tardes

no nos asfixiarán en los agostos.

El pequeño hijo ha trazado la luz con su mano todavía pequeña.

Ha creado las sombras necesarias.

Ha medido la urgencia del verano.

Ha contado la mitad exacta de sus cosas...

("El deshielo")


El final de un encuentro amoroso, la ambivalencia de los afectos, la fragilidad de las certezas o la luz inesperada que se cuela entre lo cotidiano, aparecen con fuerza pero sin estridencia. Hay algo del haiku en ciertos pasajes: una mirada que se posa sobre lo mínimo, y desde ahí despliega toda una reflexión emocional:


Cuando compramos esa casa amarilla

y la pintamos de rojo,

nos hicimos una foto en la puerta

que enviamos a toda la familia,

a todos los amigos.

Pero yo también envié un mensaje secreto

donde escribí:

destrucción mutua asegurada.

("La cosa roja")


¿Cuál es el corazón de la manzana?

¿Es la carne, es el hueso o el gusano?

("El hambre")

Este conjunto de 32 poemas que nos presenta Aroa no pretende dar respuestas, sino más bien acompañar al lector en ese recorrido inevitable que es vivir con los ecos del deseo, las caídas, las pequeñas revelaciones. Un libro que, dentro de su miscelánea biopaisajística, se deja mirar más de una vez, y en cada lectura muestra una idea nueva, una emoción distinta.

 Fernando Mañogil Martínez. 

martes, 15 de julio de 2025

Reseña de 'Batman ha dejado de quererte', de Alberto Torres Blandina

'Batman ha dejado de quererte' es un poemario que se despliega como un conjunto de misivas incendiarias, cargadas de una lucidez filosa y un ánimo provocador. Su autor construye un dispositivo poético que funciona como manifiesto, sátira y espejo roto de la sociedad contemporánea:

Ikea es el sueño de Fausto
el sueño de vivir mil estanterías EXPEDIT
y cambiar cada año la mesa LACK
aunque solo sea de color
Fausto insatisfecho
que vendió su alma a Mefistófenes porque ser Fausto le sabía a poco (...)
¿Eres feliz Fausto?
es lo que siempre habías deseado
vender a tu madre por un nuevo televisor...


Desde una erudición que nunca pesa pero siempre se intuye, estos textos se mueven con soltura entre referencias filosóficas, culturales y literarias que van de Platón a Nietzsche, de Marx a Adam Smith sin caer en el academicismo ni en el guiño gratuito. En lugar de ello, cada carta-poema desarma, con un lenguaje aparentemente llano y contundente, nociones como la moral, la religión, el amor, el progreso o el arte, exponiendo sus grietas con un sarcasmo que hiere y libera a la vez:

Y Nietzche dijo Hágase la luz
y el mundo siguió en tinieblas 
a la sombra del gran Dios que no pudo matar
de un Dios obeso (...)
Nietzche acabó queriendo follarse a su hermana
perdido -como todos- en la oscuridad de Dios...


Formalmente, el poemario huye de las estructuras previsibles. Mezcla verso libre, prosa poética y hasta el tono epistolar de la diatriba o la confesión, sin pudor alguno por la etiqueta poética. La irreverencia estilística va de la mano con el contenido: no hay aquí concesiones al buen gusto ni a la corrección política. Esta es poesía que incomoda, que parodia el sermón y dinamita los discursos establecidos desde dentro:

No te creas nada de lo que te digan
la chica de la curva no es un fantasma
es solo una prostituta rumana con una silla plegable
que se sienta a esperar camioneros (...)
es mentira que a cierta edad llega un paquete por correo certificado
y dentro encontramos el libro con las instrucciones de la vida
olvídate ese manual no existe 
nunca te convertirás en adulto
serás eternamente un niño atrapado en un cuerpo que se mustia
nunca sabrás lo que hay que saber...

Cada poema se presenta como una carta que nadie pidió, pero todos necesitan leer. La crítica social es feroz: el neoliberalismo, la hipocresía moral, la alienación digital y la cultura del consumo son abordadas con una ironía devastadora. No obstante, el autor no cae en el panfleto: detrás de cada ataque hay una reflexión honda, una ética del cuestionamiento, una voluntad de empujar al lector más allá de sus certezas:

haz dominadas sin camiseta, tira la limosna al suelo para que los pobres se agachen
ten cachorritos y enséñales, mi príncipe 
como yo te enseñaré
que todo está bien
que todo está perfecto
que vivimos en el mejor de los mundos posibles.
Y punto.

("El suicida")

En resumen, 'Batman ha dejado de quererte' es un libro que no busca agradar, sino despertar. Su fuerza radica en la combinación de una inteligencia incisiva, una postura ética clara y una libertad expresiva que desborda los márgenes del género. Un poemario necesario en tiempos donde decir la verdad con belleza ya no basta: también hay que decirla con rabia, humor y desobediencia.

Fernando Mañogil Martínez. 

viernes, 11 de julio de 2025

Reseña de 'El fruto siempre verde', de Manuel Astur.

Manuel Astur nos sorprende con este poemario de hondura lírica y mirada trascendente, nos invita a transitar un territorio liminal donde lo bello y lo cruel se funden en una danza inquietante. Desde sus primeros versos, la voz poética se ve sacudida por imágenes que irrumpen como relámpagos desde una exterioridad que no busca consuelo, sino verdad: 

Temo que tras el golpe llegue el silencio

que tras el diluvio quede la gota constante

capaz de horadar la roca

el desconsuelo.

Ahora temo el jardín vacío

y el sol naranja, todavía

no ha llegado el verano y

ya lamento el invierno.

("Temor")

 Esta belleza —dura, casi mineral— parece llegar desde algún punto distante, cargada de recuerdos no del todo apagados, heridas apenas cicatrizadas, momentos de fugaz plenitud que hoy regresan como espectros luminosos:

Mi madre me contó que, cuando era niña,

unos hombres que partían leña

cogieron una gallina blanca que pasaba por allí,

la pusieron sobre un tocón 

y de un hachazo le cortaron la cabeza.

Después, dejaron que el cuerpo siguiera andando

hasta que, al cabo de unos metros, cayó muerta.

Todos se reían.

Atardecía. Olía a resina y a tierra húmeda.

Había golondrinas. El cielo

se oxidaba como una manzana pelada.

El repicar de la campana de la pequeña iglesia

caminaba por el valle como una vaca que regresa a la 

cuadra.

La eternidad se lavaba los pies cansados en el arroyo...

("Los bromistas")

Sin embargo, lo que podría hundir al poeta en la melancolía o el cinismo, se transforma en este libro en una suerte de alquimia emocional. Entre las grietas del dolor, el autor deja filtrar una luz distinta: instantes en que el alma parece suspender su duelo y hallar una forma nueva de estar en el mundo. Es en esta tensión entre el recuerdo punzante y la aceptación serena donde el poemario alcanza su mayor fuerza:


Alguien nacerá mañana y será alguien,

muchos nacerán el lunes

y serán personas dueñas de tu mundo,

que te juzguen, que te odien,

que te lean, que alguien nacerá

mañana cuando ni ellos ni yo estemos...

("El fruto siempre verde")


Hay en estas páginas una sabiduría ganada a pulso, que no niega el desgarro ni romantiza la experiencia. El poeta comprende, finalmente, que incluso la amarga caída del fruto siempre verde de la vida —imagen central del libro, tan rica en matices— es parte del ciclo que da sentido. La eternidad no está en la permanencia, sino en la atención con que se vive cada tránsito.

Obra madura, intensa y vulnerable a la vez, este poemario se convierte en un espejo que devuelve al lector no sólo el reflejo de sus pérdidas, sino también la posibilidad de reconciliación.


Fernando Mañogil Martínez.