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jueves, 4 de diciembre de 2025

"Comerás flores" de Lucía Solla Sobral

 En Comerás flores (Ed. Libros del Asteroide, 2025) Lucía Solla Sobral construye una historia íntima y punzante sobre los vínculos que dañan sin dejar marcas visibles. La novela sigue a Marina, una joven de veintiséis años que se enamora de Jaime, un hombre veinte años mayor cuya aparente serenidad y madurez esconden una forma de violencia silenciosa que va erosionando la identidad de la protagonista.


Lejos de recurrir a escenas explícitas, la novela revela el abuso de forma gradual: los silencios calculados, los comentarios aparentemente inocentes que minan la autoestima, el control disfrazado de preocupación. La autora logra transmitir cómo, a través de gestos sutiles y una presencia que se vuelve asfixiante, Jaime moldea el espacio emocional de Marina hasta convertirlo en un territorio donde ella duda de cada decisión y de sí misma.

La narración destaca por su tono fresco, poético, contenido y su ritmo por momentos fulgurante, que reflejan la dinámica psicológica del vínculo. Marina, narra en primera persona, ofrece un retrato honesto de su confusión y de la dificultad de identificar un abuso que no deja moretones, pero sí cicatrices interiores. Su evolución —desde la fascinación inicial hasta una lenta toma de conciencia— resulta uno de los aspectos más poderosos de la obra.
A lo largo de la novela, la figura del padre fallecido adquiere un peso simbólico fundamental. Para Marina, su recuerdo funciona como un faro interior: un ser de luz cuya ternura, consejos y forma honesta de amar contrastan con la relación opresiva que vive en el presente. Solla Sobral utiliza estos destellos de memoria no solo para profundizar en la psicología de la protagonista, sino también para mostrar cómo el amor sano —aunque ya no esté— puede convertirse en un punto de referencia emocional. En los momentos de mayor confusión, Marina se aferra a esas enseñanzas paternas, que actúan como un mapa silencioso hacia su propia dignidad y hacia lo que merece.

La presencia del padre, entonces, no es la de un fantasma que la retiene, sino la de un vínculo luminoso que la impulsa a recordar quién es. Su memoria se vuelve parte esencial del proceso de tomar conciencia, un recordatorio íntimo de que la libertad y el respeto no son aspiraciones abstractas, sino realidades que alguna vez conoció y que puede volver a construir.

Comerás flores no solo explora una relación tóxica, sino también la recuperación del yo tras años de manipulación emocional. La novela invita a reflexionar sobre cómo la violencia puede presentarse en formas silenciosas y socialmente invisibles, y sobre la importancia de nombrarla para poder romper con ella. El recorrido interior de Marina se orienta hacia una comprensión cada vez más clara de lo que significa vivir en libertad. A medida que reconoce la naturaleza dañina de la relación, también empieza a vislumbrar la posibilidad de un espacio propio, lejos de las dinámicas que la han ido empequeñeciendo. Esa toma de conciencia —lenta, frágil, pero profundamente transformadora— se convierte en el eje emocional de la obra. Más que un punto de llegada, la libertad aparece como un horizonte necesario para que Marina pueda reencontrarse consigo misma, recuperar su voz y comenzar a imaginar una vida en la que su identidad no esté filtrada por el miedo ni la manipulación. La novela, así, plantea la emancipación emocional no como un hecho aislado, sino como un proceso vital imprescindible para volver a reconocerse. Un libro íntimo, incómodo y profundamente necesario.

Fernando Mañogil Martínez. 

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