A principios de año José Luis
Zerón, el gran poeta oriolano, tuvo a bien enviarme su libro de poemas Espacio transitorio, poco tiempo después
comencé a leerlo con detenimiento y nuevamente me ha vuelto a sorprender por su
verso incisivo, penetrante y certero.
Esta vez, y
a diferencia de la reseña realizada anteriormente con De exilios y moradas, he decidido aludir a las distintas partes y
desglosar los poemas que en ellas se amalgaman.
La primera
parte del poemario titulada: “La canción del tránsito” incluye un
conjunto de siete poemas. El primero “Me llamo Lot” comienza aludiendo al mito
bíblico y con ello al paso del tiempo y a la continuación inevitable del camino
de la vida sin mirar atrás, temática que se repite en esta primera parte.
En
“Palabras para un transeúnte” incide en la idea de aferrarse al instante, al
día a día, pues se es consciente del sufrimiento que supone la vida del
transeúnte, que en definitiva no es tan diferente a la de muchos de nosotros.
“El niño y
la serpiente” presenta un símil entre un niño que está superando la edad
infantil, con lo que ello conlleva, y una serpiente que va a mudar la piel.
A
continuación tenemos tres poemas que redundan en la idea del paso del tiempo y
el incierto porvenir, hecho que no impide al poeta mirar hacia delante,
defendiendo el tópico del carpe diem ante el tempus fugit. Estos poemas son los
que llevan por título: “Terra ignota”, “Paisaje con Orión ciego buscando el
sol” y “Campo de trigo con una alondra”.
Cierra esta
parte: “Regreso en el tren de cercanías” en el que el poeta reflexiona sobre lo
que le rodea, estamos ante una composición descriptiva que a su vez suscita
hondos sentimientos.
La segunda
parte: “Extravíos” consta de 14 poemas, justamente el doble, hecho que
parece no haber dejado al azar el autor. Estamos ante el grueso del libro, en
el que el poeta se adentra, más si cabe, en insondables y luminosas
reflexiones.
Se inicia la serie con el poema
“Los otros 1” ,
composición en la que se alude a las relaciones entre personas destacando que
entre nosotros somos perfectos desconocidos. Piezas de un puzzle sin resolver.
En “Los otros 2” se hace referencia, sin
embargo, a los desfavorecidos, a los pobres, las víctimas de guerra, etc. Los
cuales siempre miran hacia el futuro, siendo esta la temática que sobrevuela
todo el poemario, como podemos comprobar en “La niña Srebrenica”, versos en los
que se describe una niña que ha vivido los horrores de la guerra. Apreciamos
aquí fuertes flashes de recuerdos desagradables, pero, como hemos dicho,
siempre impera la mirada hacia el futuro.
“Después de ver una fotografía
que muestra a los niños asesinados en Hula (Siria)” es un bello poema
reivindicativo en el que Zerón impreca a los soldados que han matado niños en
Siria, al poeta no le vale ningún argumento a favor de la barbarie.
El poema que lo precede: “Soy tu
miedo”, que es mi favorito del libro dicho sea de paso, destaca por su
originalidad, el poeta personifica el miedo, siendo éste el dominador de todo.
“La última plegaria de Job” es un
bello poema en el que su autor muestra el cansancio de la vida y pide la muerte
por boca de Job.
En “Metástasis” se presenta la
idea de que el dolor y posteriormente la muerte son inevitables, de ambos no se
puede escapar desgraciadamente.
“Oración a San Orfidal” es una
original pieza en la que el poeta se encomienda a este medicamento como si de
un dios pagano se tratase.
“No te he llamado” presenta al
poeta huyendo de la soledad, a la cual personifica pidiéndole que se aleje de
su vida, que no la ha llamado.
“El grito” es una composición que
parte del famoso cuadro de Munch para mostrar el profundo tedio y espanto que
al poeta le produce la realidad.
En “Duermevela” se hace
referencia al momento de insomnio en el que el poeta se encuentra, en ese estado de duermevela reflexiona sobre
la vida a la vez que agudiza los sentidos.
“Como Tántalo” alude al personaje
mitológico que revelaba los secretos de los dioses porque era invitado a sus
ágapes. Éste acaba condenado por Zeus al inframundo. El poeta utiliza dicho tema
para tratar de manera honda el hecho de ver pasar la vida pensando en
menudencias sin darnos cuenta de que la muerte se acerca.
En “El golpe maestro de Richard
Dadd” el poeta pretende agitar al lector para que no se quede inmóvil y no
tenga una vida impasible sino que se haga preguntas y acabe dando con el
misterio de la vida. En definitiva, que sea curioso.
“Sigo mundo” alude, en cierto
modo, al tópico de Heráclito de: “Todo fluye, nada permanece”, pues la vida
está en continua transformación y parece ser que solo la palabra sirve para
intentar eternizarnos sin conseguirlo totalmente.
Entramos ya en la tercera parte
del poemario: “Adhesiones” un conjunto de once poemas donde se abordan
nuevos temas y se indaga en algunos antedichos.
El poema que abre este apartado
es “Alba de otoño”, composición de temática amorosa, encontramos a dos amantes
abrazados en un espigón, hecho que suscita en el poeta hondos sentimientos
relacionados con la vida, el paso del tiempo, la vejez, etc. Para acabar
diciendo que es mejor vivir de espaldas al destino fúnebre.
En “Ella, la luz” estamos ante
una oda, un homenaje a la luz, a lo que el poeta se refiere es a una luz
evocadora que lo propicia todo.
“Imago mundi 2” alude al paso del tiempo,
tema tan recurrente a lo largo de todo el libro, el cual conlleva a aceptar lo
que nos depara la vida, aunque el poeta se resiste a dejarse llevar por el
destino y prefiere indagar en los recovecos de aquello que nos es desconocido.
“Visita al cementerio judío de
Suceava” presenta la experiencia, posiblemente autobiográfica, en la que el
poeta visita el cementerio de Suceava, en el que un niño les invita a entrar.
Allí el poeta reflexiona sobre la vida, la muerte y, nuevamente, el paso del
tiempo.
Temática similar encontramos en
el poema “Visión del crepúsculo” el poeta, ante un paisaje crepuscular,
reflexiona sobre su entorno y sobre el paso del tiempo y la decrepitud que
provoca.
“Polen antiguo” alude a la
paulatina destrucción del planeta, el poeta no reconoce el paisaje, cada vez
más vetusto.
En “Convocatoria” Zerón convoca a
todos aquellos soñadores y creyentes en la poesía para que busquen el trasfondo
de las cosas, lo que emerge de lo cotidiano.
Otro bello y nostálgico poema es
“La noche de San Juan”, el fuego, la hoguera de la noche de San Juan, suscita al
poeta recuerdos y momentos exangües del pasado.
Para acabar con este bloque
tenemos “Letanía para la hija” y “Palabras para el hijo” poemas dedicados a los
hijos, en el primero el padre desea felicidad a su hija porque cree que sus actos
lo merecen; el segundo es una especie de carta la hijo en el que el poeta
desglosa los peligros del mundo y le pide perdón por haberle condenado, con la
existencia, a las crueldades de la vida y a la incertidumbre.
Finalmente, tenemos “Requiem”, composición que
cierra el libro y en la cual el poeta va desglosando todo aquello que le
produce amargura, que, en definitiva, es la tarea del vivir. Tras leer el libro
se llega a la misma conclusión que este poema nos suscita: solo el que se queda
en lo aparente puede ser feliz.
GRACIAS POR ESTE NUEVO LIBRO QUERIDO JOSÉ LUIS
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