El último poemario de Aroa Moreno Durán se construye como una suerte de cartografía emocional que atraviesa la biografía de una mujer, pero que no se agota en la experiencia individual. Cada texto es "un fragmento que entrelaza la vivencia personal con los grandes temas de la literatura: el miedo, la maternidad, el cuerpo, el deseo, las pérdidas, y esas intuiciones fugaces que emergen de los paisajes cotidianos."
Con una voz poética honesta y afinada, la autora convierte lo íntimo en resonancia colectiva. No hay impostación ni exceso, sino un lenguaje depurado que sabe dejar espacio al silencio y a lo no dicho. El poemario se mueve entre la evocación sensorial y la introspección lúcida, explorando el cuerpo no solo como territorio erótico o materno, sino también como archivo de memorias, de heridas y de transformaciones:
El hijo de los dos,
la densidad de un deseo,
ha llamado a la puerta y ella ha abierto.
¿Cómo has llegado hasta aquí, dragón?
¿Quién te ha traído a este norte?
Sus ciento diez centímetros de hombre decidido
han pisado la casa,
ha doblegado el espacio y el tiempo del salón.
Ha reconocido el vasto territorio de los nómadas.
Allí hay una piscina, le ha dicho la madre, señalando por la ventana,
como si nunca el desvelo o la esperanza,
como si nunca el temblor o la alegría,
como si no las estrías ni el latido,
donde tendrás amigos y las tardes
no nos asfixiarán en los agostos.
El pequeño hijo ha trazado la luz con su mano todavía pequeña.
Ha creado las sombras necesarias.
Ha medido la urgencia del verano.
Ha contado la mitad exacta de sus cosas...
("El deshielo")
El final de un encuentro amoroso, la ambivalencia de los afectos, la fragilidad de las certezas o la luz inesperada que se cuela entre lo cotidiano, aparecen con fuerza pero sin estridencia. Hay algo del haiku en ciertos pasajes: una mirada que se posa sobre lo mínimo, y desde ahí despliega toda una reflexión emocional:
Cuando compramos esa casa amarilla
y la pintamos de rojo,
nos hicimos una foto en la puerta
que enviamos a toda la familia,
a todos los amigos.
Pero yo también envié un mensaje secreto
donde escribí:
destrucción mutua asegurada.
("La cosa roja")
¿Cuál es el corazón de la manzana?
¿Es la carne, es el hueso o el gusano?
("El hambre")
Este conjunto de 32 poemas que nos presenta Aroa no pretende dar respuestas, sino más bien acompañar al lector en ese recorrido inevitable que es vivir con los ecos del deseo, las caídas, las pequeñas revelaciones. Un libro que, dentro de su miscelánea biopaisajística, se deja mirar más de una vez, y en cada lectura muestra una idea nueva, una emoción distinta.
Fernando Mañogil Martínez.
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