No estamos ante un poemario de amor y desamor, así, sin más, este libro esconde una vida, un cuaderno de viajes, pero de viajes amorosos, de experiencias vividas (y vívidas), de decepciones, de desvaríos, de reflexiones un tanto filosóficas (léase "Moriré un día de estos" o los cuatro de "Cenizas"), de una cierta sensualidad...
Pero, ante todo, es un libro que nos regala una amalgama diversa de artes amatorias y verdad, mucha verdad.
Como dice Esther Abellán en el prólogo: "Hay que ser muy hábil para convencer de que la tristeza es un don, y si algo consiguen estas "maneras distintas de amar o (des-amar)" es desmontar que por encima de nosotros mismos, siempre está la verdad". Y si lo dice Esther Abellán a los demás sólo nos queda decir: Amén.
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