La trinchera está vacía,
apocada a las miserias,
destruida por la ira
y asociada a la tristeza.
El invierno se ha posado
en las calles de la niebla,
el olor a dinamita
sobrevuela cielo y tierra.
Queda sangre coagulada,
se resecan las cabezas,
todo es turbio y purulento
en los muslos de la guerra.
Se han perdido los sentidos,
se ha quedado el alma en pena
y los versos que no escribo
son más tristes que estas letras.
Merecemos ser silencios,
merecemos ser trompetas,
empuñamos armas nobles
que se tornan sierpes fieras.
Nominamos a los muertos,
arrancamos las malezas,
nos comemos los recuerdos
de los hombres que nos queman.
No dejamos a la luna
que nos muestre su belleza
preferimos destruirla
y vivir en la trinchera.
Fernando Mañogil Martínez (Poema inédito)
No hay comentarios:
Publicar un comentario